La verdadera educación no desconoce el valor del conocimiento científico o literario, pero considera que el poder es superior a la información, la bondad al poder y el carácter al conocimiento intelectual. El mundo no necesita tanto hombres de gran intelecto como de carácter noble. Necesita hombres cuya capacidad sea dirigida por principios firmes.La edificación del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos. La verdadera educación contrarresta la ambición egoísta, el afán de poder, la indiferencia hacia los derechos y las necesidades de la humanidad, que constituyen el gran problema del mundo actual.
Las grandes fuerzas motrices del alma son la fe, la esperanza y el amor, y a ellas se dirige el estudio de la Biblia. Es por esto que el estudio de la Biblia requerirá el más diligente esfuerzo y perseverante meditación. Con el mismo afán y la misma persistencia con que el minero excava la tierra en busca del tesoro, deberá ser buscado el tesoro de la Palabra de Dios.
